Introducción

1.1 Las lenguas indoamericanas chilenas. Presente y pasado.

1.2 El Pascuence, un vernáculo chileno no indoamericano.

1.3 La lingüística indígena de Chile.

1.4 Una visión panorámica de las lenguas indígenas chilenas.

1.1 LAS LENGUAS INDOAMERICANAS CHILENAS PRESENTE Y PASADO

Dentro del territorio de Chile continental existen hoy tres grupos indígenas, descendientes directos de los habitantes prehispánicos de América. Son los aymaras, los mapuches o araucanos y los alacalufes o kawésqar. Las otras poblaciones autóctonas que residieron en el suelo americano que hoy es Chile, no pudieron sobrevivir como entidades lingüísticas y socio-culturalmente diferenciadas, ante el absorbente modo de vida europeo-occidental. El proceso de extinción de los grupos aborígenes se prolongó hasta las primeras décadas del siglo XX, cuando desaparecieron los atacameños del Gran Salar de Atacama, los onas o selk’nam de Tierra del Fuego, y los yámanas o yaganes de los canales australes.

En la zona norte del país, al interior de Antofagasta, vivieron los atacameños, agrupados en pequeños caseríos de barro, madera de quisco y piedra volcánica, situados en los oasis, quebradas y valles regados, donde cultivaban sus huertos y chacras y criaban su ganado. Su lengua es conocida en la literatura especializada con los nombres de atacameña, kunza, likanantai y (u)lipe. A la llegada del conquistador, la población atacameña estaba reducida a las áreas periféricas, a lo largo del borde oriental del Gran Salar de Atacama, adonde había sido empujada por la llegada a su territorio de pueblos invasores. La pequeña y disgregada sociedad atacameña no pudo resistir el impacto e inició su proceso de extinción, el que concluyó a mediados del siglo XX.

En la fecha de su extinción como minoría lingüística, los atacameños estaban concentrados en los pueblos que bordean el Gran Salar de Atacama, entre otros: Caspana, San Pedro de Atacama, Toconao, Peine y Socaire. Los habitantes actuales hablan castellano, pero mantienen la tecnología agraria tradicional

especialmente en lo que respecta a la manipulación del agua-, el estilo de vida agrario-pastoril, y algunas prácticas ceremoniales relevantes. Entre éstas es muy prominente la ceremonia de limpiado de acequias, llamada talátur. Entre los componentes verbales de esta ceremonia figuran canciones en kunza junto a fórmulas de salutación y brindis en castellano. En la década del cincuenta la lengua kunza ya no se usaba en absoluto como lengua de comunicación, de modo que el texto de las canciones de talátur era simplemente “ejecutado” de memoria. En otras palabras, el kunza había pasado a funcionar solamente como una lengua ritual, algo así como el latín en la liturgia católica anterior al Concilio Vaticano II.

El kunza alcanzó a ser descrito en gramáticas y vocabularios preparados por los grandes polígrafos chilenos del siglo pasado: San Román 1890, Echeverría y Reyes 1890, Vaisse et al. 1895 y Schuller 1908.

Al sur del territorio atacameño, en los valles regados del Norte Chico, vivieron los diaguitas. Tal como los atacameños, eran agricultores y pastores, asentados en pequeñas aldeas, aisladas unas de otras, sin una estructuración social superior a los pequeños grupos locales.

Diversos factores históricos desencadenados por la llegada del conquistador español, fueron determinantes de la desaparición total de la etnia diaguita. Hacia 1600 los diaguitas chilenos estaban totalmente extinguidos. De su lengua sólo quedaron rastros en la toponimia del área.

Al otro extremo del país, en las estepas y bosques de la Isla Grande de Tierra del Fuego, vivieron los onas o selk’nam. Estos eran cazadores nómadas. Organizados en pequeños grupos familiares, recorrían a pie grandes extensiones de territorio dedicados a la caza de mamíferos y aves.

Al parecer nunca fueron los onas un grupo numeroso (unos 4.000 individuos a mediados del siglo pasado; V. Clairis 1985: 16, nota), y rápidamente desaparecieron durante el proceso de colonización moderna de las tierras australes. Para todos los efectos prácticos, el ona es hoy una lengua extinguida.

En el confín sur de América, en los archipiélagos que van desde la península de Brecknock hasta el Canal de Beagle, vivió el grupo humano más austral del mundo: los nómadas canoeros conocidos en la literatura antropológica como yámanas o yaganes. De una población, calculada para el siglo pasado, en unos 3.000 individuos (y. Clairis 1985: 16, nota), sobreviven hoy solamente tres mujeres, radicadas en Ukika, una pequeña aldea situada, en las cercanías de Puerto Williams, en Isla Navarino. Por haber pasado ya la edad reproductora, por su matrimonio con colonizadores hispanohablantes, por haber criado a sus hijos y nietos como hispanohablantes, estas mujeres son claramente hablantes terminales de la lengua yámana.

Entre 1919 y 1924, el misionero austriaco Martín Gusinde, de la Congregación del Verbo Divino, realizó cuatro expediciones a Tierra del Fuego. Reunió sus observaciones sobre la lengua y la cultura de los indígenas australes -los onas o selk’nam, los yámanas o yaganes y los alacalufes o kawésqar- en una monumental obra en tres volúmenes (Gusinde 1931, 1937, 1974), hoy un clásico de la lingüística y antropología fueguinas

1.2 EL PASCUENSE, UN VERNÁCULO CHILENO NO INDOAMERICANO

A las tres lenguas vernáculas indoamericanas conservadas hasta hoy -aymara, mapuche, alacalufe hay que añadir el pascuense o (vaná a) rapa nui, incorporado al paisaje lingüístico chileno en 1888, cuando Policarpo Toro tomó formalmente posesión de isla de Pascua a nombre del gobierno chileno.

1.3 LA LINGÜÍSTICA INDÍGENA EN CHILE

En Chile el interés académico universitario por el estudio de las lenguas vernáculas autóctonas, es relativamente reciente. De hecho, fue en 1964 que apareció el primer estudio de una lengua indoamericana chilena preparado con la metodología de la lingüística descriptiva moderna. Es la descripción fonológica del mapuche preparada por Max Sergio Echeverría Weasson, 1964. En 1973 apareció la primera descripción fonológica del pascuense (Salas), en 1976 la del aymara chileno (Clair-Vasiliadis) y en 1982 la del alacalufe (Aguilera 1982 y 1983). Desde entonces hasta ahora estas lenguas están siendo objeto de intensivos proyectos de investigación en las diversas universidades chilenas.

Al momento del desarrollo en Chile de la lingüística descriptiva, el kunza del Salar de Atacama y las lenguas fueguinas, con excepción del alacalufe, se encontraban en las etapas finales de su proceso de extinción. La situación fue mejor en Argentina, donde el ona o selk’nam alcanzó a ser descrito por Najlis en 1973, 1975 y el yámana o yagán por Golbert 1977, 1978. La fonología de la variedad chilena del yagán está descrita en Guerra 1989 y 1992; en Salas y Valencia 1990 viene una descripción de la pronunciación yagán, complementada con una lista léxica.

1.4 UNA VISION PANORAMICA DE LAS LENGUAS INDÍGENAS CHILENAS

En las páginas que siguen se presenta un bosquejo de cada una de las lenguas vernáculas habladas hoy en Chile. Cada bosquejo incluye información sobre la situación del bilingüismo vernáculo castellano, clasificación tipológica y filiación genética de la lengua, pronunciación y características morfosintácticas más prominentes. A modo de ilustración se ha incorporado, para cada lengua, una pequeña lista léxica. En el texto y en las notas viene una información bibliográfica destinada a servir de orientación al lector interesado en profundizar alguno de los aspectos presentados.

Información sobre la distribución territorial de las minorías que hablan estas lenguas, estimación de su masa poblacional, características ecológicas de las áreas que ocupan, subdivisión en parcialidades étnicas, etc., se encuentra en Dannemann y Valencia 1989, única obra de conjunto de orientación etnográfica y lingüística sobre los grupos autóctonos de Chile.

 

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