Portada Anterior Siguiente Índice | 3. Atacama y la población atacameña en el proyecto de formación de un Estado nacional boliviano (1825-1879)

3. Atacama y la población atacameña en el proyecto de formación de un Estado nacional boliviano (1825-1879)


Atacama, que en la época colonial pertenecía a la Audiencia de Charcas en el llamado “Alto Perú”, pasó a formar parte de la República de Bolivia, cuando Simón Bolívar en la batalla de Ayacucho libera lo que constituía el Virreinato del Perú. Esta situación se prolongará hasta 1879, fecha en que como consecuencia de la Guerra del Pacífico, fue integrada a Chile y anexada años más tarde, en 1904.

En los comienzos de esta nueva república, Bolívar y Sucre impusieron una política liberal que prontamente fue apartada por una fracción conservadora -ex-realistas de la independencia-. De este modo, el diseño de la sociedad boliviana del siglo XIX será de una estructura social neocolonial que reproducirá la división de la sociedad: por una parte indígena y por la otra, la oligarquía que ejerce el poder y control sobre las tierras y el trabajo indígena[92].

Bajo el gobierno de Bolívar, se proyectó la construcción de un puerto que funcionara de manera autónoma[93]. A través de expediciones hacia el litoral, se comienza la habilitación del Puerto de Cobija bajo el nombre de Puerto de Lamar, que unirá a Bolivia con el Pacífico por la vía Cobija-Potosí; -decretado por Simón Bolívar en el año 1825-[94].

De este modo, entre 1825 a 1842, la provincia de Atacama abarcaba desde el río Loa por el norte, hasta Paposo por el sur, que a su vez era el límite norte de Chile -allí estaba la Intendencia de Copiapó-, y la costa del Océano Pacífico por el oeste hasta la provincia boliviana de Lípez junto con las provincias argentinas de Salta, Tucumán y Catamarca, incluyendo la puna de Atacama -que era parte de Lípez y parte de Atacama-, por el este[95].
Sin embargo, la habilitación del puerto fue lenta, puesto que era necesario mejorar los caminos, buscar postas con agua, pastos y comida, construir almacenes, aduanas, casas, muelles, iglesia, escuela, hospital, y todo lo necesario para atraer el comercio. En este sentido, poblar el puerto y fomentar la arriería eran tareas de primer orden[96]; y por ello, las poblaciones que se asentaban en las riberas del río Loa, se convertirán en las intermediarias del tráfico trasandino a larga distancia. A mediados del año 1827 se dio inicio a la habilitación formal del puerto de Cobija. No obstante, la falta de agua para sembrar y la falta de gente para establecerse en el puerto, fueron los grandes obstáculos para el ideal de puerto que buscaba Bolivia.

Al tiempo que Atacama estaba bajo la jurisdicción boliviana, sus autoridades no exigieron la tributación a los atacameños por temor a que ellos emigraran hacia Argentina. A esto se suma, las grandes expectativas de desarrollo económico que se tenía sobre la reactivación de Cobija. Pero la ausencia del tributo duró muy poco tiempo, puesto que la Asamblea Constituyente boliviana la reimpuso en 1826 -bajo el nombre de contribución directa- y la reestableció definitivamente en Atacama en 1827[97]. Los atacameños fueron explotados a través del tributo y en numerosos servicios personales: empleados domésticos, sirvientes en tambos y posadas, cargadores, transportistas de correo, mozos de iglesia, etc.[98]. Como consecuencia, más de la mitad de las finanzas del Estado fueron obtenidas por este medio, es decir, el tributo indígena sostuvo en gran parte al Estado boliviano, y a pesar de su definición moderna -de Estado-, continuó la dependencia crónica de un tipo de pacto político premoderno que conservó formas neocoloniales de relación con la población indígena[99]. Este pacto político de subordinación, consistía en que el Estado reconocía la propiedad de la tierra a los indígenas y en retorno, ellos cancelaban el tributo[100]. Fue en la figura del gobernador, representante del Estado, donde radicó la reproducción de este pacto de dominación. En este contexto, habría que agregar que los tributarios atacameños bordearon las mil personas y la tributación fue invertida básicamente en obras destinadas a la ruta oficial Cobija-Potosí[101].

Atacama va adquiriendo importancia para Bolivia, tanto por su proximidad al puerto de Cobija -ahora autónomo-, por el cual circulaban bienes e información crucial para el país; como también por las guaneras ubicadas en la costa[102], por la producción de plata que se exportaba por este puerto, cobre y después salitre. Por el año 1829 y con el fin de otorgar una mayor autonomía al puerto y atraer a los comerciantes ultramarinos, Santa Cruz “... independizó la provincia de Atacama de la prefectura de Potosí, erigiéndose el Litoral como un gobierno independiente...”[103].

Es importante destacar, por una parte, que al restablecerse el tributo en Atacama en el año 1827, con ello también se reconoció en las comunidades indígenas “... la posesión de bestias como de tierras... ”, precisamente para que cumplieran con el pago del tributo. Por otra parte, en el mismo año se habilitó Cobija y se decretó la repartición de terrenos a los nuevos pobladores para fomentar el puerto, extendiéndose deliberadamente una política para repartir tierras a pobladores foráneos, con títulos individuales. Al tanto, la tenencia de la tierra indígena al interior de la región, estuvo bajo de una serie de irregularidades, aún más, aquellos suelos de las comunidades atacameñas que se encontraron sin uso -ni poblados o cultivados-, también fueron concedidos[104]. La verdad es que había una duda general en todo el país sobre el derecho de propiedad de los indígenas y en consecuencia se dicta una ley que normara al respecto:

“... que se les declare la propiedad a los caciques, extinguidos de sangre y sus legítimos descendientes de los terrenos que como tales poseían y gozaban en tiempo del gobierno español; igualmente que a los indígenas contribuyentes de aquellos en cuya pacífica posesión se hayan mantenido por más de 10 años...”[105].

Al indígena no se le otorgó el derecho de vender sus tierras y por ello en el año 1838, se decretó nula la venta de tierras de indígenas[106].

El Estado boliviano no establecía distinciones entre las diversas poblaciones locales, sino que las agrupaba a todas bajo el rótulo general de indígenas, de este modo las diferenciaciones de carácter locales fueron adquiriendo mayor importancia[107].

En la documentación que existe disponible para esta época, se describe la condición de “marginalidad” de la región de la puna, donde algunos de sus habitantes fueron designados como “primitivos” y más “pobres”, en relación con aquellos que habitaban las tierras bajas de Atacama, quienes fueron considerados más propensos a ser “civilizados” (sic.). La diferenciación radicaba en las condiciones hostiles del medio y sus bajas potencialidades agrícolas[108], porque las capacidades cultivables de la tierra eran el principal referente para establecer si una comunidad poseía recursos. Estos habitantes de Atacama, eran considerados como “... gente pobre con pocos ganados y mal versados. Más inclinados a vivir en cuevas, que a asociarse con gente de razón... ”[109]. Esta condición, permitió a los indígenas la adquisición de una situación tributaria diferente, “... por la situación deplorable en que se hallan los indijenas de los cantones de Susques y del Rosario. Estos hombres no pueden humanamente pagar la tasa, porque carecen de terrenos para poder sembrar pues viven en los mas fragoso de la cordillera...”[110].

Además, como Argentina no cobraba tributo, la República boliviana estaba en una situación de tensión frente a la probabilidad de que los habitantes de Atacama emigraran hacia esa República. De este modo, la solicitud de bajar el tributo -bajo presión de migración- se entiende como una estrategia indígena. Aparte del temor por la migración, el gobernador de Atacama manifestaba en su correspondencia al Ministro de Hacienda, la precaria presencia del Estado boliviano en la región fronteriza, donde se ejercía una soberanía mas bien nominal:

“... considere V.S. que estos individuos viven a las distancias de noventa y cien leguas de la capital de aquella parte de la cordillera: que esta es intransitable en la estacion de frios, y que por estos motivos apenas conservan una dependencia nominal de nuestra República; (...)
Concluyo, no obstante, repitiendo a V.S. la circunspección que demandan los cantones de la frontera arriba referida, no perdiendo de vista que aquellos indígenas participan ya mucho del caracter argentino, y que es necesario contemporizarlos en alguna manera, para evitar su emigracion y el despueble de esta provincia que tanto necesita de brazos...”[111].

El Gobernador Aramayo, quien fuera desde 1826 Gobernador de Atacama, suspendió la recaudación en los anexos de la Puna de Atacama en el año 1831, hasta establecer los montos a cobrar; entonces, el gobierno boliviano sometió un proyecto de ley para rebajar el tributo en Antofagasta de la Sierra, Susques y Rosario, que finalmente fue aprobado un año después.

Todo esto describe la capacidad activa de los dirigentes indígenas para intervenir y defender sus intereses ante el poder político. Además, “... el asentamiento disperso, la escasa población y la condición de ‘indios’ de sus habitantes -carentes además de todo compromiso hacia el resguardo soberano hacia el territorio- representaban para en Estado boliviano los principales obstáculos a una gestión más eficiente...”[112]; y estos factores, más la inestabilidad política, les permitió a la población local mantener una relativa autonomía. Pero otra lectura, se relaciona con el desconocimiento y desinterés por comprender las pautas de poblamiento de estas poblaciones indígenas, de su movilidad y del patrón de asentamiento disperso, muy complejos para ser percibidos por los funcionarios de aquella época[113].

3.1. La economía y sociedad atacameña en el siglo XIX

Los comienzos del XIX son claves para entender el cambio de régimen de la tierra, es decir cambio del campesino de las chacras de “panllevar”, a grandes “fincas” de alfalfales. Esto sucede por una política económica para fomentar la agricultura a raíz de la habilitación del puerto de Cobija y el comercio, además de las actividades mineras que se activan con los animales de tiro y con el ganado para alimentar a los mineros/obreros en torno a los yacimientos de plata, cobre y salitre[114].

En este contexto, es importante destacar que la población que articulaba Atacama, no era sólo la atacameña, sino que continuaba la presencia y relaciones con las poblaciones del altiplano -Lípez y Chichas-, como también la puneña argentina, que se dio fuertemente en el siglo XIX; de este modo, Atacama seguía siendo “interdigitada”[115].

El interior de la región tenía dos tipos de funciones económicas importantes: minería y arriería. La primera actividad se vinculaba con los yacimientos de cobre que estaban activos en la cordillera de la costa; más al interior con el salitre -con mayor productividad hacia 1860-, y con las explotaciones de plata por el año 1860. Estos centros productivos ya revelaban la vocación minera de esta región.

La segunda dimensión económica -la arriería- operaba en un campo de acción bastante amplio: desde correo oficial hasta el transporte particular de todo tipo de bienes. En la medida que aumentaba la actividad minera y asimismo los centros mineros, se intensificaron las necesidades de abastecimiento de insumos productivos, y con ello se incrementó progresivamente el arrieraje del transporte de los bienes. Pero como las condiciones ecológicas del desierto no pudieron proveer todas las demandas, se abrieron circuitos de arrieraje muy activos desde el noroeste argentino que proporcionaron ganado mayor -vacuno y mular-, hasta las zonas de actividad económica en Atacama y en el pueblo de Cobija. San Pedro de Atacama y sus áreas más cordilleranas, se constituyeron en puntos de enlace en el aprovisionamiento de ganado mayor y menor[116]. Este activo mercantilismo generó un intenso tráfico de bienes, tanto en las zonas atacameñas como también en el noroeste argentino[117].

La población atacameña en estos tiempos del Estado boliviano, no podía sostener su abastecimiento sólo con sus chacras y animales, sino que ya dependía de los recursos monetarios que se originaban en economías externas a sus comunidades y también con los recursos naturales de valor comercial posibles de explotar. Por ejemplo, a medida que avanza este siglo, destaca la comercialización de productos cárneos a los centros mineros. En particular sobresalían el ganado menor y la venta de leña para abastecer las necesidades de los centros mineros, como Caracoles –plata-, que por aquel entonces tuvo un importante crecimiento. Asociado a lo anterior, destaca también la explotación de pieles de chinchilla y lana de vicuña. Con ello, se generaban recursos para la subsistencia y para solventar las obligaciones fiscales[118].

A medida que se extiende la minería regional en el desierto y en la costa, comienza también a poblarse el desierto con otros agentes sociales. Así, la sociedad atacameña se vinculará con las nuevas poblaciones, por ejemplo con los campamentos mineros a través de la comercialización de productos alimenticios, forrajes, combustibles, productos de caza y recolección, y menos por el salario[119].

La sociedad atacameña del siglo XIX, estará compuesta por comunidades locales que no tienen reconocimiento oficial del Estado, por tanto carecieron del estatus de corporaciones que ostentaron durante el siglo XVIII y comienzos del XIX. En ella, estarán presentes las costumbres, instituciones y prácticas con continuidad desde tiempos coloniales y en torno a la tierra se asentarán sus vinculaciones económicas y sociales. En este tiempo, predominaban dos grandes modelos de identidad colectiva en Atacama, por una parte, la comunidad en la cual las identidades locales, las localidades, son el nicho de la cultura -con atributos culturales y rasgos de diferenciación cultural con otras poblaciones-, y la indígena, que como categoría sociocultural, estará marcada por la subordinación[120].

Son comunidades con una matriz cultural que alberga una religiosidad andino-católica y en relación con ella, una ética y moral correspondiente a esta religiosidad indo-católica, y un tipo de pensamiento dual aplicado en diversos aspectos de la vida religiosa, organización social y en general en la vida cotidiana; todo ello, es el resultado de más de tres siglos de vida indígena sujeta a un sistema colonial. También, dentro de su organización social existe una vida comunitaria asociada a un sistema de obligaciones sociales y religiosas, que implicaba una estratificación derivada del prestigio social alcanzado en la comunidad, más que en diferencias de riquezas[121].

En los umbrales de la Guerra del Pacífico, al menos en San Pedro de Atacama, persistía el sistema de castas, distinguiendo familias de ancestro español, criolla y ciertos mestizos como portadores de estatus y poder; en la comunidad indígena, se le reconocían sus derechos de tierra y ganado, pero se jerarquizaba a los caciques que tenían bienes y tierras de importancia. Sin embargo, el estigma de “indios” los marginaba a una situación racial y cultural. Consecuentemente, parte importante de la “propiedad” atacameña pasa a manos de algunos hacendados relacionados con el comercio del flete de ganado, concentrándose así los primeros capitales en San Pedro de Atacama[122].


[92] Cajías, Fernando. La Provincia... Op. cit.: 153, 154. Y Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX, una Antropología Histórica Regional”. Documento de Trabajo Nº 51. Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato. San Pedro de Atacama. 2002. p. 8. Este último autor enfatiza algunas precisiones entre el concepto de colonialismo y neo-colonialismo: “Para el siglo XIX de Atacama, bajo el dominio de Bolivia, es posible hablar de relaciones neocoloniales. Con posterioridad a este período lo que hay son relaciones de subordinación, estas son poblaciones no sólo relativamente marginales geográficamente, sino que en términos de relaciones de poder son también subordinadas. Pero, lo que hay más tarde, luego de la anexión a Chile, no es una subordinación neocolonial. Es un tipo de subordinación moderna de poblaciones periféricas. Respecto del concepto de relaciones coloniales, creemos que se ha empleado mucho en los últimos años, pero con bastante poca precisión. Es importante enfatizar que un adecuado análisis histórico debe situar estas relaciones neocoloniales en contextos en donde ciertas instituciones que arrancan desde tiempos coloniales son re-inventadas, re-armadas. Puesto que son “nuevas” relaciones de tipo colonial, se debe entender que no son puramente replicadas o reinstauradas, sino que es una formula que entronca con relaciones coloniales, pero que se arma o establece con importantes modificaciones y en relación con un contexto también cambiado. Esto es importante de señalar para entender la arquitectura política de la sociedad atacameña del siglo XIX boliviano”. (Ibíd.: 10).
[93] Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit. 379.
[94] Según el informe de O’Connor -que exploró la zona como comisionado de Bolivia- Cobija era el lugar más apropiado. (Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit.: 44, 45).
[95] Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit.: 31.
[96] Ibíd.: 46.
[97] Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit.: 331.
[98] Ibíd.: 329, 330.
[99] Ibíd. 217.
[100] Acta. Sesión del 30 de abril de 2001. Op. cit.
[101] Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit.: 9, 10.
[102] Que fue la causa principal para que esta provincia despierte interés en el gobierno de Chile, particularmente por la valorización del guano en los mercados europeos. (Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit.: 30, 376).
[103] El 1º de julio de 1829, el Mariscal Andrés de Santa Cruz, como Presidente de la República, dictó el siguiente decreto: CONSIDERANDO: Que el Puerto de Lamar en la costa sur , provincia de Atacama, es el único que proporciona a la república las ventajas del comercio marítimo; y que por lo mismo es necesario adelantar este importante establecimiento, por cuantas medidas dicte la prudencia, he venido a decretar y DECRETO:
Art. 1º.— Del pueblo de Cobija, puerto Lamar, en la provincia de Atacama, se erige su gobierno Litoral, independientemente del departamento de Potosí.
Art. 2º.— El gobernador que fuere nombrado, se entenderá directamente con el supremo gobierno, a quien pasará todas sus comunicaciones por el ministerio que corresponda.
Art. 3º.— El gobernador de la provincia de Atacama estará sujeto a las órdenes del Puerto y, dependerá inmediatamente de su autoridad, como lo era antes la prefectura de Potosí... (Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit.: 35, 161).
[104] Con ello también se incentiva la ampliación de las áreas de cultivo a los nuevos pobladores, a través de la oferta de tierras, bueyes y arado; además se difunde la técnica de sementeras protegidas por muros. De esta manera, se incrementan los topos de alfalfa dispuestos al interior de los muros para abrigar las zonas de cultivo. (Ibíd.).
[105] Ibíd.: 329.
[106] Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit.: 329.
[107] Gundermann, Hans. Conferencia. Caspana, 13 de mayo 2002. En: Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño. “Informe Final”. Op. cit.: 113-126.
[108] Sanhueza, Cecilia. “La población de la puna de Atacama y su relación con los Estados Nacionales. Una lectura desde el archivo”. Revista de Historia Indígena Nº 5, pp. 55-82.Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Área de Historia Indígena. Universidad de Chile. Santiago. 2001 “La población de la puna de Atacama...” Op. cit.: 57.
[109] Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit.: 329. Sanhueza, Cecilia. “La población de la puna de Atacama...” Op. cit.: 58.
[110] Carta del Gobernador Ibáñez al Ministro de Hacienda (1830). En: Sanhueza, Cecilia. “La población de la puna de Atacama...” Op. cit.: 58.
[111] Carta del Gobernador Ibáñez al Ministro de Hacienda (1830). En: Sanhueza, Cecilia. “La población de la puna de Atacama...” Op. cit.: 59.
[112] Sanhueza, Cecilia. “La población de la puna de Atacama...” Op. cit.: 60, 61.
[113] Martínez, José Luis. Pueblos del Chañar... Op. cit.
[114] Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit.: 320. Núñez, Lautaro. “Breve Historia...” Op. cit.
[115] Martínez, José Luis. “La formación del actual pueblo de Toconce. Siglo XIX”. Chungara Nº 15, pp. 99-124. Universidad de Tarapacá. Arica. pp. 99, 100.
[116] Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit.: 7.
[117] Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño. “Informe Final”. Documento de Trabajo Nº 50. Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato. San Pedro de Atacama. 2002.
[118] Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit.: 12.
[119] Ibíd.: 13.
[120] Ibíd.: 17.
[121] Nathan Wachtel citado en: Gundermann, Hans “Los Atacameños del siglo XIX...” Op. cit.: 13, 14.
[122] Núñez, Lautaro. Cultura y conflicto... Op. cit.: 185.