Los etnógrafos describen culturas y sociedades, los arqueólogos e historiadores descubren su pasado. Sin embargo la cultura es vida y sin ella queda reducida a un concepto insignificante, si no a la nada. Los testimonios tienen la potencialidad de revelar esa vida, los sentimientos, los sueños de aquellos que componen el pueblo, la comunidad o la nación. Muestran de manera clara y vivida las alegrías y dolores, los sentimientos y valores de cada uno de sus integrantes, que representan aquellos vigentes en su pueblo. Por ello es que las memorias de vida son una fuente privilegiada en el estudio de la antropología. Estamos frente a una obra que tiene varios méritos. Presenta los testimonios de ancianos mapuches y por tanto, atraviesa la experiencia que esta sociedad ha vivido en el último siglo, mirada desde el punto de vista de los hombres y mujeres que fueron entrevistados. Ellos fueron elegidos entre comunidades desplegadas en el territorio mapuche, entre la cordillera y el mar, representando, en consecuencia, las sutiles y delicadas diferencias que existen dentro de este pueblo en la diversidad de ambientes naturales, culturales e históricos a los que se ha adaptado. A través de su lectura podemos ver cómo, bajo la actual noción de unidad de este pueblo, representada fundamentalmente porsu lengua, surgen diferencias que han sido tapadas con el correr de los años.
Observamos cómo los pewenches, descendientes de los cazadores y recolectores cordilleranos, continuaban hasta hace poco, con una vida eminentemente recolectora sobre la base de una integral forma de aprovechamiento de la conifera que les da identidad, sustento y vela por sus destinos como una madre. Lo mismo ocurre con los lafkenches, grandes pescadores y recolectores marinos, con una cosmología propia que venera a los dioses del mar que les da la vida. Los lelfunches, con un sistema de vida agrícola y pastoril, tienen mayores contactosy relaciones con la sociedad mayoritaria, los que a veces han sido beneficiosos y otras nefastas. A través de estos testimonios surgen denominadores comunes: la extrema pobreza, la migración a la ciudad, el mestizaje, los conflictos con el estado, las disputas de tierras y despojos y, lo más notable, un amor por las raíces, que los sostienen. El orgullo de ser quiénes son y el deseo de reproducir su cultura y legarla a sus hijos, a pesar de los obstáculos que se les han puesto en el camino. Surgen aquellos valores que le otorgan a los lazos familiares tradicionales y a los contemporáneos, el afecto conyugal, el amor filial y a veces el triste abandono. Aparece siempre de manera inmanente el concepto de lo sagrado, lo inasible, las fuerzas incontrolables que dependen del más allá y que exigen respeto por el mundo en que viven y sus procesos naturales. El concepto más esencial que define a la religión, como aquello que liga o une al hombre con aquello que le da vida. Se observa siempre el apego a las creencias tradicionales representadas en ese dios dual, que es a la vez padre y madre y que ellos han sintetizado de manera armónica con los conceptos cristianos.
Las fotografías son un complemento indispensable: vemos a los pewenches pasearse en medio de los inmensos bosques de araucarias, cuyos troncos macizos simulan gigantes columnas de un templo, el ambiente sagrado de la naturaleza que les da identidad, cobijo y sustento. Observamos la hermosura del paisaje mapuche con sus verdes prados, lagos, ríos, volcanes y bosques; aparece la ciudad a lo lejos, como al margen, resaltando la ruralldad tradicional que contrasta con un urbanismo amenazante; asistimos a la precariedad de sus asentamientos actuales que contrastan con la hermosura de las rufcastradicionales; podemos apreciar la vida cotidiana alrededor del fogón, la artesanía del mamülfe, que trabaja las maderas con maestría, la canastera que enreda las fibras vegetales y la tejedora que hace lo mismo con los hilados de lana.
En suma, este libro es pura vida, retrata aquella del mapuche, el hombre de la tierra, con todas sus vicisitudes. Abraza las esperanzas que los respetados ancianos mapuches tienen sobre el futuro de su pueblo.
Carlos Aldunate. Presentación