Marisol Palma ha realizado una apasionante travesía y nos regala con este libro un testimonio de esta experiencia de desplazamientos, de asombros, de reconocimientos y descubrimientos realizados en el tiempo y el espacio. En ese ir y venir, con momentos de odisea y otros de “mar calmo y viaje feliz”, no solo presenta el argumento central de esta investigación —la vida de Martin Gusinde en la Tierra del Fuego—, sino que también desarrolla un notable mimetismo con el modo de hacer y pensar de un hombre de otra época que se convierte en nuestro contemporáneo. Es esta pasión por la humanidad, por la condición humana —y que recuerda la sentencia amada por Montaigne “soy humano y nada de lo humano me es ajeno”— lo que distingue a la autora y la lleva a ver en Martin Gusinde no solamente al etnógrafo y al fotógrafo, sino también al hombre que convivió con una sociedad sujeta a cambios acelerados y que aprendió a interpretar tanto a los que se consideraban primitivos como a quienes se percibían en otro grado de desarrollo. Como es frecuente en el trabajo de los historiadores, selecciona y jerarquiza con sentido y sensibilidad los episodios y registros de la vida y la acción de Martin Gusinde, de su legado y su memoria, y los relaciona con los desafíos e inquietudes de nuestro tiempo. La travesía va dejando vestigios de vida restituida por medio de los objetos, los apuntes, las huellas que, de manera más o menos involuntaria, dejaron esos hombres y mujeres cuya cadena vital se interrumpió al desaparecer sus etnias. Ante tamaña tragedia el silencio parece ser una primera respuesta, un silencio de conmoción y sobrecogimiento, de respeto y de solidaridad con las víctimas de un exterminio. Pero luego emerge con fuerza el imperativo que la historia en cuanto disciplina de conocimiento de la aventura humana en el tiempo y en sociedad nos demanda en la lucha contra el olvido, que es la verdadera muerte.
Año: 2013