Ambos sexos gustaban adornarse con pinturas, collares, muñequeras y tobilleras. Las pinturas podían cubrir el rostro, el cuerpo y a veces también los miembros.
Los colores que se usaban eran el rojo, el blanco y el negro, formando diseños simples basados en rayas y puntos pero muy variados.
La pintura facial y corporal formaba parte de muchos rituales y normas de cortesía. Además se utilizaba para comunicar estados de ánimo o las circunstancias en las que se hallaba su portador.