Las canoas eran el elemento más elaborado de la artesanía de los yámanas y su propiedad más valiosa, como que su vida dependía de poseerlas.
Placas de corteza cosidas entre sí eran mantenidas abiertas con una armazón de varillas de madera hendidas al medio y retenidas en posición arqueada por travesaños y por bordas de madera longitudinales.
El piso era reforzado con más placas de corteza y en el centro se confeccionaba una plataforma de tierra o guijarros, sobre la que se mantenía fuego siempre encendido. Las encargadas de remar eran habitualmente las mujeres, pero cuando era necesario también lo hacían los varones.
Salvo accidentes, solían durar seis meses a un año; la época habitual de confección era octubre a febrero, cuando la corteza podía ser desprendida de los árboles con facilidad.