La conmemoración del Nuevo Año, es la celebración de un día sagrado para los pueblos originarios. El we tripantu deriva del fin de un ciclo anual y el comienzo de otro. “Solsticio” significa literalmente “Sol quieto” y marca el momento en que el astro cambia la dirección de su camino aparente en torno a la Tierra. Este año 2016 se produjo las  24 hrs. del 23 de junio. El solsticio de invierno da inicio a un nuevo ciclo; se produce la noche más larga del año y el día más corto, pero también marca el despertar de la tierra y se anuncia la renovación de la vida. 

El pasado 24 de junio se celebró el Día Nacional de los Pueblos Indígenas, que reconoce a los pueblos originarios en su cultura, ceremonias ancestrales, y rituales de renovación y purificación. Serindigena enfatiza en el sentido de preparación y educación para la renovación  de la vida, en concordancia con los cambios naturales, más que en una fecha que se ha institucionalizado y aún no registra en profundidad el sentido de esta conmemoración.

El Año Nuevo en Occidente (Hemisferio Norte) y el Nuevo Año (Hemisferio Sur) de los pueblos indígenas son totalmente diferentes y, aunque el concepto de ambos sea el mismo cronológicamente de un año a otro, sus fechas, celebraciones y vinculaciones culturales son muy disimiles. La visión occidental posee un calendario originado en la religión cristiana, con una visión arraigada en las mediciones de un año como la cantidad de tiempo que tarda la Tierra en girar alrededor del sol. En cambio las culturas de los Pueblos Originarios de América, tienen su propia ordenación del tiempo supeditada a los ciclos de la naturaleza, y que incluye el respeto y la observación profunda del mundo circundante, la madre tierra, con especial énfasis en los movimientos de la luna y directamente vinculado con los ciclos agrarios.

El Año Nuevo en los diferentes pueblos recibe los nombres de: We Tripantu (Pueblo  Mapuche), Machaq Mara en (Pueblo Aymara), Aringa Ora o Koro, en (Pueblo Rapa Nui), Inti Raymi  (Pueblo Quechua), y Likan Antai en la lengua kunza de los atacameños.

La ceremonia más difundida es el We tripantu (El nuevo sol que vuelve a nacer). Las comunidades del Pueblo mapuche se reúnen para compartir historias ancestrales, invocar a sus antepasados y aguardar, durante la noche del 23 de junio, el amanecer del "nuevo sol que vuelve a nacer” con ritos y purificaciones del alma y el cuerpo en las aguas de un río, se inicia otro ciclo de vida en el mundo mapuche y en la madre tierra o “pachamama”. El We tripantu, We xipantu o We txipantu, significa en mapudungun "nueva salida del sol" (antu). Según la cosmovisión Mapuche, esta fiesta sagrada es el fin de la etapa de Rimüngen (otoño) o el tiempo de la caída de las hojas de los árboles, que determina el inicio de las temporadas o estaciones en que se divide el año. Es el inicio del reencuentro entre la materia y el espíritu, además de reafirmar la relación armónica entre hombre y naturaleza o Ñuke-Mapu (madre tierra), manteniendo así el equilibrio que permite el desarrollo y bienestar de todos los seres vivientes del wallmapu (territorio mapuche).

Para el Pueblo Aymara, el año nuevo se denomina “Machaq Mara”. Esta festividad se ha practicado desde tiempos inmemoriales por los pueblos andinos, y se celebra cada año en Argentina, Bolivia, Chile y Perú. La llegada del nuevo año aymara simboliza el retorno del sol y la recepción de nuevas energías cósmicas.

El Aringa Ora o Koro es la fiesta del año nuevo del Pueblo Rapa nui. En ella, una vez más, se rinde un homenaje a los antepasados en los altares ceremoniales. “El rostro vivo del patriarca” se hace presente y el cordón umbilical de la vida se relaciona con la fertilidad y la productividad. Inti Raymi, año Nuevo del pueblo quechua, significa la fiesta del sol. Es una ceremonia incaica andina en honor a Inti, el dios Sol, y se realiza cada solsticio de invierno, hemisferio sur). El pueblo atacameño (Likan Antay) ruega a la Pata Hoiri (madre tierra), celebrando el año nuevo. Se enciende fuego para el frío y se pronuncian las palabras kunza: "Aijate, aijate al jumor", que significa: allégate al fuego.

Los pueblos originarios del hemisferio sur, han perpetuado año a año la tradición de conmemorar la llegada del año nuevo en coincidencia con la llegada del invierno.

Con el solsticio de invierno, se produce un alejamiento de la tierra respecto del sol. Esa fecha marca el día más corto y la noche más larga del año. En ese momento se termina el período de cosecha y comienza una nueva época de siembra. Es por ello, que la fusión de la materia (tierra) y la energía (cosmos), traen consigo la procreación de la vida y el tiempo. Es decir, permite que se inicien nuevas vidas en la naturaleza: nacimientos, pariciones, brotes, sueños, esperanzas y emergencia de fuerzas o energías desde el corazón de la tierra.

 

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